sábado, 19 de febrero de 2011

Adiós

Me prometiste tantas noches que esto era amor, e incluso yo me lo creí. Claro que pude ver ese brillo en tus ojos, esa sonrisa que no se puede contralar, te mire a los ojos y pude ver todo eso, pero ¿ya se ha terminado? Ojala nunca me hubieras prometido nada. ¿Por qué? no puedo cerrar los ojos y olvidarte, por eso tus palabras se las lleva el viento, y mi corazón se queda aquí, solo. Ni un te quiero más, ni un susurro de disculpa, ya no busques mi mirada, no la busques porque ella no ira. Olvida mi sonrisa, olvida mi forma de decirte te quiero…No puedo decirte nada más, yo no quiero mentirte. Te prometo que nunca lo olvidare.

martes, 15 de febrero de 2011

Con la A de amor

Alguien me pregunto que es el amor, ese amor grande y fantástico del que todos presumen. No sabía que contestar, un amor tan grande y profundo no se puede expresar con palabras, estas palabras volaran, se irán lejos, y volverán con el paso del tiempo a un bonito recuerdo. Pero el amor estará allí. Te esperara todos los días, te sonreirá en ese preciso momento, necesitara de ti, vivirá de tus risas, y morirá con tus lágrimas. Yo también se amar, pero, ¿Cómo se si he llegado a ese amor único? Solo en los sueños podemos ver la realidad de sus palabras. Así que más que pensar que es, deberíamos pensar como se escribe amor.

domingo, 13 de febrero de 2011

Ángel. Parte 2

Cuando ya me encaminaba para entrar dentro del instituto, vi aparecer algo, al principio solo era una luz, más tarde se convirtió en un cuerpo, un cuerpo hermoso que rápidamente se dio cuenta de mi presencia.

Cuando lo hizo se dio media vuelta y clavó sus profundos ojos en mí, delatando ira en ellos. Me quede inmóvil en el sitio, ni siquiera respiré para no molestarlo y mi cuerpo ante la mirada fugaz que me envió ejecutó la llamada de emergencia, donde sutilmente me dirigí en sentido contrario para entrar en el edificio.

Pero una mano rígida se aferró a mi pecho y no me dejó avanzar ni un paso, palidecí en un segundo y mi corazón ahora si dejó de latir.

-¿A dónde crees que vas?-aulló una voz sugerente, tanto que mi cabeza intentó seguirla-¿Qué es lo que has visto?-aquello no era una amenaza si no una sutil voz en mi cabeza.

Volví a respirar cuando lentamente su brazo se apartó de mi pecho para llegar a mis manos, a las dos, donde él las sujeto firmemente, miré nuestra manos unidas mientras pensaba en qué decirle.

-Nada-susurre, pensaba que solo lo había oído yo, pero llego a los oídos de aquel ángel apocalíptico.

Endureció sus manos en las mías, me miró duramente y prosiguió:

-¿Qué es lo que has visto?-el miedo me impedía pensar, en un momento se había encerrado en mi cabeza la idea de no salir de aquí con vida-No te haré daño.

-No he visto nada-le miré suplicante-de verdad…- me interrumpió alzando su mano y colocando con sumo cuidado su dedo índice en mis labios.

- No me mientas-sonrió pícaramente-sé que me has visto- Alzó mi barbilla y quedé expuesta ante él.

-Entonces no me preguntes-intenté sonar segura-solo perderás el tiempo.

-Te aseguro-contestó rápidamente, con un brillo de furia en sus ojos-que tengo todo el tiempo del mundo-sonrió, puse mala cara, y en su rostro precedió la culpabilidad-¿Te doy miedo?

Se acercó más a mí, lentamente.

-No.

-Acabo de desaparecer y aparecer y, no te doy ni un poquito de miedo.

-No-puso su mano en mis labios-¿Qué quieres de mí?-mi voz sonó frustrada.

-Todo-sonrió-pero ahora me conformo con la verdad.

-Ya te la he dicho-poco a poco mis ojos se humedecieron, tanta belleza me aturdía-cuando te he visto ya estabas aquí.

-¿Tienes idea de lo que soy?-ni remota idea, pensé mientras sus ojos estaban molestamente fijos en los míos. Se volvió a acercar a mí, podía oler con tanta claridad sus rostro, su perfume y todo ellos era tan buenos que los absorbí todo cuanto pude.

-Un ángel-sonreí-de esos que hace mucho que no veo- de repente se puso serio y rígido y sus manos volaron otra vez a la mías.

-Soy aún más malo que eso-le mire ahora más confusa que antes-¿Qué soy?

-No juegues conmigo.

-A diferencia de ti, yo te estoy diciendo la verdad-estallé:

-¿Y para qué me la dices?, ¡si ni siquiera me conoces!

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-Necesito decírtelo, necesito que lo sepas-volvió a mirarme a los ojos-te conozco más de lo que piensas, Nayla-al oír mi nombre de su boca se me antojó el nombre más bello del mundo.

-¿Quién y qué eres?-intenté apartarme de él, pero aún me retenía a su lado.

-Ya te lo he dicho, te conozco de siempre, eres mi alma-sonrió de oreja a oreja, pero pronto cambió su expresión, ahora seria-créeme soy tu peor pesadilla, pero te necesito, eres todo lo que tengo.

-¿Qué eres?-me limité a preguntar. El me miró dubitativamente, como si en su interior luchara contra sí mismo por contarme la verdad. Al final se atrevió:

-Soy una Ángel…un ángel muerto-sus ojos volaron a los míos, ahora dilatados por el aturdimiento. Sollocé unas cuentas veces hasta que el aire volvió a mis pulmones y pude contestar:

-Estas loco-bufé, y noté como sus manos se soltaban de las mías, justamente el momento perfecto para marcharme, pero una gran parte de mi quería quedarse junto a él para siempre. Comencé a andar y él no me siguió, agaché y en menos de unos segundos él me esperaba apoyado en la gran portería central.

-Créeme-me suplicó mientras besaba mi mano.

-¿Por qué he de hacerlo?-se me quebró la voz.

-Porque en verdad me crees, porque sabes que no te miento, porque sientes que sin conocerme me quieres a tu lado…

Cerré los ojos ahora lleno de lágrimas e intente asimilar las palabras que aquel ángel había soltado perfumando mi vida….mi triste vida.

-Hace mucho tiempo perdí mi alma, no tenía nada que llenara ese hueco, las paredes entre el infierno y el cielo no son un lugar para nadie y menos para mí, y…como cualquier día cuando me limité a mirar por las nubes, allí estabas tú, tan frágil, tan sencilla, iluminaste mi vida desde que te vi, desde que tus ojos se cruzaron con los míos sin tú saberlo-en todo este rato sus manos buscaron desesperadamente todos los detalles que el narraba y que yo escuchaba petrificada-…Eres mi alma -se acercó lentamente y con el más bello y delicado susurro rozo sus labios con los míos.

Sus ojos volaron de nuevo a los míos, sonrió:

-Déjame estar contigo-y mis manos se aferraron fuertemente en las suyas, desesperadas por no levantarme nunca de este sueño.

viernes, 11 de febrero de 2011

Ángel. Parte 1

Da igual donde mirara, da igual el sitio, el lugar, la dirección, todo eso daba igual…mirara donde mirara sentía sus ojos fijos en mí.

Aún no podía explicar los sentimientos que, tan tontamente, provocaba en mí, haciéndome sentir frustrada y enfadada conmigo misma por no saber controlarlos.

La luz del día atravesaba mis ojos, ahora fijos en su búsqueda, aunque esa horrible sensación aún estaba conmigo, haciéndome compañía.

Todo comenzó……………………………………………………………….

Era lunes, el peor día de la semana, el cielo azul rebosaba al horizonte algunas nubes que, sin duda traerían lluvia -genial-.

Recorrí mi pequeña habitación con el fin de llegar hasta el lavabo, donde contemplé mi cara, mis ojeras y mi pelo-o a lo que se podía llamar “pelo”-, intente arreglármelo, y quedó más o menos decente, pero no tuve tanta suerte con las ojeras-eran fruto de dormir poco-, y ni siquiera todo el maquillaje de mi madre hizo que desaparecieran.

Me puse los vaqueros y una camisa azul, Salí pitando de baño para llegar hasta la cocina, donde unas tostadas descansaban en la mesa esperando a su comensal.

Cuando terminé todo salí de mi casa con el chubasquero y el gorro bien adosado a mi cabeza.

La lluvia empezó a caer, provocándome un agudo dolor de cabeza, me froté las sienes unas cuantas veces, pero solo empeoró la situación.

Por fin llegue al instituto, y se puede decir que llegué calada. Cuando por fin había un techo de distancia con mi cabeza, sonreí pesadamente, recordando que la rutina un día de estos iba a acabar conmigo.

Entre en la clase de Matemáticas, por suerte el profesor no había llegado y pude entrar sin problemas. Gracias al cielo, iba a sentarme sola en el último pupitre-en mi pupitre, pensé-el mejor lugar de todo este mundo.

Cuando crucé medio pasillo saludando a mis respectivos compañeros vi como el pupitre de atrás estaba cogido por alguien que escondía la cabeza entre sus brazos y nuevamente escribía en un cuaderno, parecía nuevo, pero eso no me iba a impedirme recuperar mi sitio.

Me acerqué a él lo más enfadada posible, aunque la voz no me acompañase, pero esto fue peor, ya que empeoró mi dolor de cabeza.

-Perdón-puntualicé-creo que este sitio es mío.

No levantó la mirada ni hizo ningún gesto, siguió fijo en sus garabatos, que ahora que me fijaba eran hermosos, en el se contemplaban a unos ángeles luchar contra unos hermosos demonios, sacudí la cabeza, debería darme prisa o empezaría la clase.

-Perdón-volví a decirle, pero el seguía sin oírme, y mi cabreo y el dolor de cabeza iban aumentando.

-Perdón-casi chillé.

Esta vez sí reaccionó se quitó los cascos y levantó la mirada, para disgusto mío, ya que de repente el cabreo, el dolor y mi memoria se perdieron en sus ojos.

-Perdón ¿Qué decías?

Le miré aún aturdida, era la persona más hermosa que había contemplado jamás, perfecto, hasta sus preciosas ojeras violáceas resplandecían como la más bella mañana.

-Que...que…-empecé a repetir como una tonta, bajé la mirada y volví a sacudir la cabeza-este es mi sitio-logré decir.

Se rió por lo bajo y contestó:

-Lo siento, nadie me ha dicho nada-sonrió-pero ya mismo me quito de aquí.

Y se fue sigilosamente echándome una mirada antes de marcharse a otro pupitre que estaba a tres mesas de mí, donde probablemente podría observarle perfectamente.

En mis 16 años de vida no había visto nada igual, una vez pensé que Leonardo DiCaprio era el más guapo del mundo, pero, sin duda este le superaba con creces.

Deposité mis libros encima de la mesa, y al levantar la vista de ellos, me encontré con su mirada, una mirada llena de significado, una mirada nueva, diferente, que era solo para mí. Agaché la cabeza y me metí de lleno en el tema de matemáticas.

No levanté la mirada hasta que la clase de matemáticas finalizó con el pesado sonido del timbre, aún estaba aturdida, no podía ser verdad lo que acababa de ver, en la vida real no pasan estas cosas, y menos a alguien como yo, tan simple, tan normal, todo debería ser un perfecto error. Me vi obligada a caminar también con la cabeza gacha, aunque en mi interior me vi envuelta en una lucha interna por volverle a mirar, lo necesitaba y no me haría daño. Pero en verdad sí lo hizo, al levantar mis ojos del suelo descalzo me encontré con unos ojos demasiado penetrantes y curiosos, tuve que cerrar los ojos y respirar varias veces hasta que el alocado ritmo de mi corazón se tranquilizó.

Pero aún me pedía más, por lo menos contemplarle por última vez, en mi interior se proceso una respuesta rápida e imprecisa, pero ordené inmediatamente a mi cerebro no detenerme ni un segundo hasta llegar a la siguiente clase. Sin embargo, sin aún saber como, mi cuerpo anduvo detrás de él, siguiéndole y además todo lo contrario a sigilosamente. Cuando quise darme cuenta un gran patio se extendía a mi alrededor, pero ¡él ya no estaba!

Me detuve en seco en mitad del solitario patio, intentando asimilar las ideas, hace unos segundos le seguía y, además muy de cerca, entonces ¿Dónde estaba él? Le busque entre los árboles, entre las sombras, pero nada absolutamente nada, ¿dónde podría haberse ido tan rápido?, mientras pensaba la lluvia empezó a correr velozmente por mi cuerpo-lo que me faltaba-y además llegaba tarde a la clase de lengua, que más podía desear.

Me quede allí en medio intentando pensar donde se encontraría exactamente, ya que en la patio como muy bien se podía comprobar no había ni rastro de él, pero haber, ¿Por qué me interesa tanto?, ¡ni siquiera le conozco, menuda estupidez!, debería irme, seguro que él se habría ido al verme detrás suya, lógico, ahora si encajaban las cosas perfectamente. Tonta, tonta, tonta-repetí varias veces para mí antes de darme la vuelta.

jueves, 10 de febrero de 2011

Alba:

Respira. Y la carta se desliza lentamente hasta acariciar el suelo.

-Está enferma, no deberías enamorarte de ella.

“Que diferentes y entrelazados son los caminos del señor. Un día te levantas creyéndote dueño y señor del mundo, sintiéndote como Dios. Solo te despiertas para seguir soñando, para tener todo lo que deseas a tu alrededor, pera sentirte aún más vivo que nunca. Conoces a miles de personas, cada día centenares de rostros se interesan por ti, te hablan, te sonríen, incluso algunos te besan. Pero no cuenta nada. No cuenta nada hasta que lo ves. Allí está sentado, junto a aquellas chicas, seguramente ligando con ellas. Y en ese preciso momento te mira, y es algo irresistible, ni siquiera tú podrías dejar de mirarlo. Y entonces sonríes tontamente, como si volvieras a tener doce años, y te vas. Pero sigues buscándole con la mirada, le buscas y el te encuentra. Entonces parece que la suerte está de tu parte, y te susurra al oído:- “Que ojos tan bonitos”-, y tiemblas, y sí tú temblarías. Y yo tan tonta como siempre no puedo hacer otra cosa que darme la vuelta y sonreírle. Y allí estamos los dos, el uno frente al otro. Y las otras miles de personas de antes a nuestro alrededor, y ninguna te importa, ni siquiera recuerdo lo que he hablado con ellos, ahora ya no importa. Dejas que tus labios jueguen con los suyos, ¡y es de locos, no le conoces!, pero juegas, y me divierto, entonces te das cuenta que en eso consiste la vida, en jugar y divertirse, y mi vida se convierte en una historia de odios puntuales, de miradas interminables, de te quieros matutinos… Algo que nunca pensaste, y que no se puede controlar. Y de verdad si alguien en este mundo me diera una segunda oportunidad, sería sin lugar a dudas caer de nuevo en sus ojos.

Estoy mejor que nunca mamá, porque antes de que mi enfermedad acabe conmigo, mucho antes, moriré de amor”

-Pero yo ya estoy enfermo de ella.