Cuando ya me encaminaba para entrar dentro del instituto, vi aparecer algo, al principio solo era una luz, más tarde se convirtió en un cuerpo, un cuerpo hermoso que rápidamente se dio cuenta de mi presencia.
Cuando lo hizo se dio media vuelta y clavó sus profundos ojos en mí, delatando ira en ellos. Me quede inmóvil en el sitio, ni siquiera respiré para no molestarlo y mi cuerpo ante la mirada fugaz que me envió ejecutó la llamada de emergencia, donde sutilmente me dirigí en sentido contrario para entrar en el edificio.
Pero una mano rígida se aferró a mi pecho y no me dejó avanzar ni un paso, palidecí en un segundo y mi corazón ahora si dejó de latir.
-¿A dónde crees que vas?-aulló una voz sugerente, tanto que mi cabeza intentó seguirla-¿Qué es lo que has visto?-aquello no era una amenaza si no una sutil voz en mi cabeza.
Volví a respirar cuando lentamente su brazo se apartó de mi pecho para llegar a mis manos, a las dos, donde él las sujeto firmemente, miré nuestra manos unidas mientras pensaba en qué decirle.
-Nada-susurre, pensaba que solo lo había oído yo, pero llego a los oídos de aquel ángel apocalíptico.
Endureció sus manos en las mías, me miró duramente y prosiguió:
-¿Qué es lo que has visto?-el miedo me impedía pensar, en un momento se había encerrado en mi cabeza la idea de no salir de aquí con vida-No te haré daño.
-No he visto nada-le miré suplicante-de verdad…- me interrumpió alzando su mano y colocando con sumo cuidado su dedo índice en mis labios.
- No me mientas-sonrió pícaramente-sé que me has visto- Alzó mi barbilla y quedé expuesta ante él.
-Entonces no me preguntes-intenté sonar segura-solo perderás el tiempo.
-Te aseguro-contestó rápidamente, con un brillo de furia en sus ojos-que tengo todo el tiempo del mundo-sonrió, puse mala cara, y en su rostro precedió la culpabilidad-¿Te doy miedo?
Se acercó más a mí, lentamente.
-No.
-Acabo de desaparecer y aparecer y, no te doy ni un poquito de miedo.
-No-puso su mano en mis labios-¿Qué quieres de mí?-mi voz sonó frustrada.
-Todo-sonrió-pero ahora me conformo con la verdad.
-Ya te la he dicho-poco a poco mis ojos se humedecieron, tanta belleza me aturdía-cuando te he visto ya estabas aquí.
-¿Tienes idea de lo que soy?-ni remota idea, pensé mientras sus ojos estaban molestamente fijos en los míos. Se volvió a acercar a mí, podía oler con tanta claridad sus rostro, su perfume y todo ellos era tan buenos que los absorbí todo cuanto pude.
-Un ángel-sonreí-de esos que hace mucho que no veo- de repente se puso serio y rígido y sus manos volaron otra vez a la mías.
-Soy aún más malo que eso-le mire ahora más confusa que antes-¿Qué soy?
-No juegues conmigo.
-A diferencia de ti, yo te estoy diciendo la verdad-estallé:
-¿Y para qué me la dices?, ¡si ni siquiera me conoces!
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-Necesito decírtelo, necesito que lo sepas-volvió a mirarme a los ojos-te conozco más de lo que piensas, Nayla-al oír mi nombre de su boca se me antojó el nombre más bello del mundo.
-¿Quién y qué eres?-intenté apartarme de él, pero aún me retenía a su lado.
-Ya te lo he dicho, te conozco de siempre, eres mi alma-sonrió de oreja a oreja, pero pronto cambió su expresión, ahora seria-créeme soy tu peor pesadilla, pero te necesito, eres todo lo que tengo.
-¿Qué eres?-me limité a preguntar. El me miró dubitativamente, como si en su interior luchara contra sí mismo por contarme la verdad. Al final se atrevió:
-Soy una Ángel…un ángel muerto-sus ojos volaron a los míos, ahora dilatados por el aturdimiento. Sollocé unas cuentas veces hasta que el aire volvió a mis pulmones y pude contestar:
-Estas loco-bufé, y noté como sus manos se soltaban de las mías, justamente el momento perfecto para marcharme, pero una gran parte de mi quería quedarse junto a él para siempre. Comencé a andar y él no me siguió, agaché y en menos de unos segundos él me esperaba apoyado en la gran portería central.
-Créeme-me suplicó mientras besaba mi mano.
-¿Por qué he de hacerlo?-se me quebró la voz.
-Porque en verdad me crees, porque sabes que no te miento, porque sientes que sin conocerme me quieres a tu lado…
Cerré los ojos ahora lleno de lágrimas e intente asimilar las palabras que aquel ángel había soltado perfumando mi vida….mi triste vida.
-Hace mucho tiempo perdí mi alma, no tenía nada que llenara ese hueco, las paredes entre el infierno y el cielo no son un lugar para nadie y menos para mí, y…como cualquier día cuando me limité a mirar por las nubes, allí estabas tú, tan frágil, tan sencilla, iluminaste mi vida desde que te vi, desde que tus ojos se cruzaron con los míos sin tú saberlo-en todo este rato sus manos buscaron desesperadamente todos los detalles que el narraba y que yo escuchaba petrificada-…Eres mi alma -se acercó lentamente y con el más bello y delicado susurro rozo sus labios con los míos.
Sus ojos volaron de nuevo a los míos, sonrió:
-Déjame estar contigo-y mis manos se aferraron fuertemente en las suyas, desesperadas por no levantarme nunca de este sueño.
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