jueves, 10 de febrero de 2011

Alba:

Respira. Y la carta se desliza lentamente hasta acariciar el suelo.

-Está enferma, no deberías enamorarte de ella.

“Que diferentes y entrelazados son los caminos del señor. Un día te levantas creyéndote dueño y señor del mundo, sintiéndote como Dios. Solo te despiertas para seguir soñando, para tener todo lo que deseas a tu alrededor, pera sentirte aún más vivo que nunca. Conoces a miles de personas, cada día centenares de rostros se interesan por ti, te hablan, te sonríen, incluso algunos te besan. Pero no cuenta nada. No cuenta nada hasta que lo ves. Allí está sentado, junto a aquellas chicas, seguramente ligando con ellas. Y en ese preciso momento te mira, y es algo irresistible, ni siquiera tú podrías dejar de mirarlo. Y entonces sonríes tontamente, como si volvieras a tener doce años, y te vas. Pero sigues buscándole con la mirada, le buscas y el te encuentra. Entonces parece que la suerte está de tu parte, y te susurra al oído:- “Que ojos tan bonitos”-, y tiemblas, y sí tú temblarías. Y yo tan tonta como siempre no puedo hacer otra cosa que darme la vuelta y sonreírle. Y allí estamos los dos, el uno frente al otro. Y las otras miles de personas de antes a nuestro alrededor, y ninguna te importa, ni siquiera recuerdo lo que he hablado con ellos, ahora ya no importa. Dejas que tus labios jueguen con los suyos, ¡y es de locos, no le conoces!, pero juegas, y me divierto, entonces te das cuenta que en eso consiste la vida, en jugar y divertirse, y mi vida se convierte en una historia de odios puntuales, de miradas interminables, de te quieros matutinos… Algo que nunca pensaste, y que no se puede controlar. Y de verdad si alguien en este mundo me diera una segunda oportunidad, sería sin lugar a dudas caer de nuevo en sus ojos.

Estoy mejor que nunca mamá, porque antes de que mi enfermedad acabe conmigo, mucho antes, moriré de amor”

-Pero yo ya estoy enfermo de ella.

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